Pedraforca, victoria inesperada

Una excursión realizada el 30 de enero de 1977.
La cosa tiene su interés. Lo cierto es que no pensaba salir de excursión. Tengo que agradecer a mi buen amigo Miguel que llamara y que, aunque no estuviera en casa, tuviera la valentía de decir un nombre que por sí mismo ya eleva los ánimos y da ganas de desperezarse.
Sábado. El día es espléndido, el viento más bien frío, los ánimos elevados. A las cuatro cuarenta y cinco salen de Girona. En la subida de los Tres Pins el coche no pierde velocidad, preludio de seguridad. Serra Cavallera está blanca por la nieve y las nubes rojizas por el viento. Sant Pau de Seguries respira aires de fiesta aunque un hombre de piel morena y arrugada afirma con un pesar muy elocuente que sopla la tramontana de Núria mientras la gente pasa el frío y alegra el corazón bailando sardanas de finas notas. Los compases de este baile que llevamos tan adentro hacen estremecerse de gozo mis entrañas que se quieren calentar tanto del frío de los pies como del frío de patria. Pero tengo las manos ocupadas de un líquido que también calienta y la espera se me hace larga con tantos deseos y tantas llamas que queman.
Llega Cayetano con aires de superioridad: cuanto más altos más aires. Coches lentos que hacen aminorar la marcha y vómitos molestos la hacen parar: tantas curvas remueven cualquier estómago. Lo aprovechamos para hacer un tentenpié y un traguito de vino. Un corazón contento entona canciones de una voz universal y muy pronto el coche se convierte en un coro. Nos acompañan los estratos que van siguiendo la carretera, ahora casi verticales y agudos, ahora tumbados y bajos. En la Pobla de Lillet la benemérita se calienta en un «foc» (fuego) y el chofer celebra las curvas superadas con un buen «toc» (traguito de vino…). Guardiola guarda al lado de la carretera una obra de aquellas que no pasan. Nosotros sí que pasamos un autocar que va hacia Saldes y cuando alzamos los ojos al cielo vemos alzarse al Pedraforca: «la gloria sube por los caminos angostos» (Ovidio) que nos predice a los corazones temerosos y a aquella alma que sufre lo que ha predicho «la técnica del amor está en conservarlo» delante del adversario más cruel.
Todo el pueblo de Saldes está nevado y los campos parecen camas con la cabecera del Pedraforca sugeriendo un estilo de lo más puro y natural. Las calles de Saldes son una «penca» de hielo aunque la fuente sigue manando: el manantial no se ha perdido, la sangre aún corre…
Son las ocho y media. Mientras cenamos la vista se nos va hacia la tele (Nota del traductor: todavía me acuerdo de la película que vimos… «El Planeta de los Simios»). Finalmente encontramos posada para dormir pero parece aún más difícil el Pollegó que nos vaticina un hombre del pueblo que no lo subiremos. Suarez, este señor que parece muy amable con los catalanes y al que la oposición lo califica de «hombre de buena voluntad», también vaticina que las minorías terroristas no impedirán el paso hacia la democracia si nosotros la queremos de verdad. Pero recordemos que Carter ya patinó el primer día y nosotros llevamos crampones para preveerlo.
Antes de dormir nuestros cantos y sonidos vocales caldean la habitación. Con el objeto de que la música sea más armónica le damos un chupete a Cayetano para que recuerde que también ha sido niño.
Son las seis y media: ya suena el despertador. Cuando salimos a la calle no falta ni una estrella ni la Luna. Los cristales del coche están helados y la carretera también. Estamos más rato para hacer mover el coche tres metros que lo que hemos tardado en llegar hasta aquí. Mientras unos ponen las cadenas otros ya se ponen los crampones. Empezamos a andar a eso de las ocho y media. El Sol ya ilumina las paredes del Pollegó Inferior y va aclarando los horizontes. Dejamos la carretera y seguimos por el camino del bosque. El día va mejorando y tenemos que quitarnos ropa. Al abandonar los árboles el camino se hace más pesado la nieve se hunde y los ánimos desaparecen.
Desayunamos en unas rocas: el bacon hace su efecto y cambia de dirección. PK pide una naranja y Jaume se la da amablemente. En un vuelo más preciso la mermelada va a caer sobre la nieve.

Seguimos hacia arriba. El camino está marcado y se sube bien. De vez en cuando una ventada nos hace girar la cara. Un árbol seco y muy decorativo se levanta valiente por encima de unas peñas y un pino pequeño y robusto sale del medio de la nieve. Mirando hacia atrás aparte de la pendiente podemos admirar el Berguedà cubierto de nieblas y las cercanías de Saldes nevadas. El último trozo de la Enforcadura está helado y una naranja ayuda a remojar el estómago. Son las once y media.

Después nos encontramos unos que vienen por Gòsol ese pueblecito agrupado encima de un montículo y todo blanco. La última subida se ha de hacer por turnos y el último espolón con las manos y los pies procurando no acercarse mucho a la cornisa. Llegamos arriba a la una menos cuarto. Hace viento. Nos encordamos. Nos vamos. Ya estamos en Saldes. Encontramos conocidos montañeros de Badalona. En Ripoll hay caravana. Gracias por todo, Miguel, la montaña es nuestra.

© Joan Fort i Olivella y traducido al castellano por Miquel J. Pavón i Besalú. Año 2.002.

La filosofía de la intrepidez

Existen diferentes tipos de miedo pero uno es el asesino: la creencia sencilla pero todopoderosa de que no serás capaz de llevar algo a cabo. El trabajo básico que hay que hacer es llegar a tener la certeza de que podrás manejar cualquier cosa que se te venga encima por buena o mala que sea. Jeffers afirma que el miedo no es un problema psicológico sino un problema de educación. Tienes que reeducarte a tí mismo para aceptar que el miedo es una parte necesaria del conocimiento y luego seguir adelante. No llega a decir que puedes controlar tu mundo por completo. Las cosas ocurren por sus propias razones. La llave para que el temor no nos aplaste está en reafirmar lo que hay. Esto no se aplica solamente a cosas pequeñas sino también a otras más significativas como el dolor. El pensamiento positivo no hace que el dolor desaparezca pero si lo integra como parte de tu universo sin negarle su derecho a existir verás que pierde casi todo su espanto. A lo largo de nuestra vida se nos repite que asumamos nuestras responsabilidades. La manera de entender la responsabilidad, según el autor, se parece más al ideal de confianza en uno mismo que ser responsable de cómo interpretamos las experiencias de nuestras vidas.
El pensamiento positivo está bien pero no refleja la realidad. Lo que es realista depende de nosotros y de cómo moldeamos nuestros pensamientos. Una mentalidad positiva no te salvará de las malas noticias pero puede que tu reacción sí varíe. La llave del pensamiento positivo es que hay que practicarlo todo el rato. Aconseja rodearte de todo lo que te inspire positivamente y afirma que el efecto será mayor de lo que te esperas tanto para tí como para el mundo que te rodea. La positividad que irás creando pronto empezará a parecerse más a como las cosas deberían ser que a tu antigua manera de ser. De si algo puedes estar bien seguro es que todo lo que hay en tu mente inconsciente encontrará una manera de manifestarse en la vida real. Resulta crucial que tomes el control sobre tus impulsos mentales a todos los niveles. Una manera importante de generar cambios y superar el miedo que, además, no requiere mucho esfuerzo ni mucha valentía consiste en hacer afirmaciones. Las define como declaraciones positivas que afirman que algo está ocurriendo ya. Tiene que ser positiva y también expresada en tiempo presente.  Ni siquiera tienes que creerte las afirmaciones para que funcionen siempre que se conviertan en un mantra.
Algunas ideas interesantes del libro son:
dot Siempre tenemos tiempo y mucho. La mayor trampa a lo largo de la vida es la impaciencia.
dot Cómo tomar decisiones ganadoras: dejar de creer que solo hay una manera correcta y una errónea de hacer las cosas.
dot No temas nunca a los errores. Tu éxito está en haberlo intentado.
dot Sobre el miedo al compromiso en las relaciones tenemos que comprender que nos estamos comprometiendo con una persona y con su evolución y bienestar y no a una relación necesariamente inflexible y perenne.
«Atravesar el miedo es menos aterrador que vivir con el miedo subyacente que nos viene de un sentimiento de desamparo».
Con esta cita nos viene a decir que aquellos que no arriesgan nunca irónicamente viven todo el rato con el pánico a que algo les salga mal. Estas personas buscan ante todo la seguridad pero el efecto de ello es la inseguridad crónica. En realidad es más fácil probar cosas nuevas. La decisión de incorporar más desafíos a tu vida trae un sentimiento de seguridad ya que te aporta la certeza de que puedes enfrentarte a cualquier cosa.
Susan JEFFERS en «Aunque tengas miedo, hágalo igual».

 

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