Mont Blanc de Cheilon (3869 m)

 La verdad es que casi todo el mundo que se precie de saberse un poco las montañas de los Alpes ha oído hablar mucho del Mont Blanc y sabe, si se es algo más docto en la materia, que existen otros Mont Blancs como el de Tacul como el de Courmayeur pero estoy casi seguro que se desconoce este cuarto Mont Blanc. Ni más ni menos que el Mont Blanc de Cheilon. Un tres mil que tiene tanto de largo como el camino que hay que hacer para llegar a su cumbre. Yo lo descubrí mirando mapas, uno de mis hobbys, y me dije que debía intentarlo sólo por el simple hecho de llamarse Mont Blanc. Lo que no supe apreciar es que el caminito hasta su cumbre se las trae y realicé un grave error de cálculo en el cómputo de los tiempos y me venció la primera batalla. Creo, a juzgar por su esbeltez, que no va a ser la única vez que lo intentaré … ¿o sí? Ved las fotos y me contestareis … ¡Ah! se me olvidaba para el que lo quiera buscar está en La Grande Dixence y más concretamente en la val des Dix, o sea, en Suiza.


© Miquel J. Pavón i Besalú. Año 2.002.

Experiencia al borde de la muerte

Tras el ascenso por la vertiente del Rupal en el Nanga Parbat – con un desnivel de cuatro mil quinientos metros, la pared de roca y hielo más alta de la Tierra – un vivac en la zona de la muerte sin ningún abrigo y la obligación insoslayable de tener que descender con mi hermano afectado de mal de altura por la para nosotros desconocida vertiente de Diamir, supe que aquello era nuestro fin. Sin embargo, al principio me resistí a admitir que teníamos que morir, y fuimos descendiendo metro a metro, buscando continuamente una «última salida». Mucho más abajo, entre los seracs del extremo superior del espolón de Mummery y en plena fase de ira y rebelión -«Por qué tiene que pillarnos aquí y ahora»-, encontré un medio de escurrirnos entre los bloques de hielo tan altos como campanarios. Después, cuando mi hermano disminuyó de nuevo su ritmo y el terreno se hizo más imprevisible y peligroso, busqué desesperado, subiendo y bajando una y otra vez, una posibilidad de seguir, sólo para retrasar el fracaso final unas cuantas horas más. «Si todavía conseguimos pasar por ahí estoy dispuesto a morir».
Caí en una profunda depresión después de que mi hermano quedara sepultado por un alud al pie de la pared. Me separé  psicológicamente de él y, poco a poco, también de mis camaradas de expedición. Por último me separé de mi madre. Finalmente, bajando como en trance por la cabecera del valle de Diamir – descalzo y sin haber comido nada desde hacía cinco días, y habiendo caído sin conocimiento al menos una vez – sentí como si se me quitara un peso de encima, sin miedo. Todo me daba igual. Tenía que morir y me dispuse a entregarme a mi destino.
Horas después, echado bajo un árbol en los pastos de montaña de Nagaton y rodeado de campesinos y pastores, me sumí de nuevo en la depresión. Pero los estados de ánimo que había experimentado antes ya no volvieron. Esta experiencia en el Nanga Parbat me hizo ver claro que el miedo a la muerte disminuye cuando más te acercas a ella. Para ello se requiere en todo caso una absoluta conformidad con el fin inevitable.
Ahí ya no existía el miedo ante la interrogación del paso a lo desconocido, ninguna duda, sólo la realidad de la muerte que había pasado a pertenecerme.
Desde que experimenté aquella vivencia la muerte tiene un nuevo significado para mí. Anteriormente no la había aceptado, pero a partir de ese momento la tuve muy presente sin sentirme agobiado por ello.
Todas las promesas de consuelo imaginables, extraídas de mis clases de religión cristiana, no pudieron liberarme del miedo a la muerte, sólo lo hizo aquella resignación al propio final. En este proceso no me pregunté ni por un momento si la muerte sería el final, o bien el comienzo de una nueva dimensión vital. Sentí la muerte como algo perteneciente a mi vida, y comprendí que ella y yo formábamos la unidad y la nada.
Reinhold MESSNER en «La zona de la muerte: terreno fronterizo». 

Después del panching hacemos rafting (segunda parte)

13 de agosto del 2008.
Nuestros vikingos han disfrutado de unos días felices hasta que un día se oye gritar al vigía ….
rafting por el río Ésera
Capitán, capitán, que nos atacan los indios !!!!!!!!
¿Quéeeeeeee? ¿Cómo es posible? Dime rápido ….. ¿cuántos son? …….
Capitán son tres mil dos.

rafting por el río Ésera

Como …. como …. como que son tres mil dos !!!!!! ¿Cómo los has contado?

rafting por el río Ésera

Muy sencillo capitán …. porque hay dos delante y unos tres mil atrás !!!!!

rafting por el río Ésera

Vigíaaaaaa ….. y ¿vienen en son de paz o en son de guerra?

rafting por el río Ésera

Capitán …. me parece que vienen en son de cachondeo porque vienen todos muy pintados …..

rafting por el río Ésera

Tripulación !!!!! Todos a los botes !!!!!

rafting por el río Ésera

Y se quedaron sin mermelada …..

rafting por el río Ésera

Tripulación !!!!!!!

rafting por el río Ésera

Hay que defenderse como seaaaaaa !!!!! Disparen a discreción !!!!!!

rafting por el río Ésera

Y el señor discreción murió acribillado a tiros …….

rafting por el río Ésera

Contramaestre !!!!!!

rafting por el río Ésera

Estamos perdiendo la batalla ….. será mejor negociar ….. ¿Dónde está el gran jefe indio?

rafting por el río Ésera

Capitán el gran jefe indio está haciendo el indio en gran cascada …..

rafting por el río Ésera

¿Por qué está en gran cascada, contramaestre?

rafting por el río Ésera

Pues porque unos cascan por aquí …..

rafting por el río Ésera

Y otros cascan por allá …..

rafting por el río Ésera

rafting por el río Ésera

rafting por el río Ésera

rafting por el río Ésera

Tripulación !!!!! No hay nada que hacer ….. estamos perdiendo la batalla sin remedio !!!!!

rafting por el río Ésera

Tendremos que seguir andando …..

rafting por el río Ésera

Y como andando no se sabía el camino …. se perdieron ……

rafting por el río Ésera

Y colorín colorado esta segunda crónica también se ha acabado …… ;-(
Aunque si os habeis quedado con más ganas …. siempre podeis ver, si no las habeis visto, la primera parte y la tercera parte !!!!
© Miquel J. Pavón i Besalú. Año 2.008.